viernes, 20 de febrero de 2015

¡EHHH! ¿PERO DÓNDE CREEIS QUE VAIS, ESPAÑOLITOS?

Nosotros, que durante décadas crecimos viendo las playas llenarse de cuerpos blancos y cabellos rubios, tornando a salmonetes. Nosotros, que paseábamos por el Puerto Banús admirando los yates extranjeros mientras comíamos pipas. Nosotros, que cenábamos con las series británicas, desde Los Ropper a Yo Claudio, pasando por Benny Hill. Nosotros, que devorábamos las revistas para ver el paseo por la Alfombra Roja de los Oscar. Nosotros, que desayunábamos galletas María y pan con mantequilla, pensando que los Cornflakes eran alimento para gallos y gallinas. Nosotros, que sólo viajábamos al extranjero para emigrar. A Alemania o Suiza, o emprender la aventura americana. Nosotros, que vivíamos amontonados en pequeños pisos inundados de literas...Poco a poco, lentamente, pasamos de ser nosotros a ser europeos. Y fue nuestra morenez la que comenzó a adueñarse de las playas. Y viajábamos a Nueva York a dejarnos los dólares como si fueran billetes del Monopoly, tanto que los españoles éramos conocidos en las tiendas como los "Dame dos". Y mandábamos a nuestros niños a aprender inglés en verano. A crear nuestras series televisivas. Y tener cadenas privadas de televisión, como los paises ricos. Hasta osamos  inventar nuestros premios cinematográficos, esos Goya, cabezones como nosotros mismos. Al tiempo que los Oscar ganados, con Garci, Trueba o Almódovar nos convencían de que nos iba de cine. Y descubrimos que el piso heredado de la abuela había multiplicado su precio, así que lo vendimos y nos compramos adosados con jardín y tiramos todas las literas... Pedíamos créditos a los bancos , y lo más asombroso, éstos nos lo daban sin problemas. Aunque tuviéramos que devolverlo en 35 años y tuviéramos 60 al solicitarlo ( Y esto no es una exageración, conozco un caso muy cercano) El dinero corría como el agua, y a nadie le preocupaba la idea de devolverlo.Convencimos a nuestros hijos de que se hicieran arquitect@s porque era la profesión con más futuro. Y es que dabas un zapatazo y hasta en Villaburrillo de Arriba  te saltaba una urbanización con piscina y pistas de paddle. O ADE, porque todos sacamos el empresario que teníamos dentro y abríamos negocios como churros y, lo más curioso, todos funcionaban. Cambiamos nuestros Seats por modelos de alta gama gracias a los planes que te lo ponían sobre ruedas. Nuestro país se llenó de inmigrantes. Fornidos polacos que trabajaban en la construcción y todos teníamos doctoras en física cuántica ucranianas que dejaron sus títulos enmarcados en su tierra para dedicarse a las labores domésticas en nuestros hogares. Ecuatorianos, peruanos, paraguayos...Ya ningún español era pintor, ni fontanero, ni cuidadora, ni camarero...Incluso los gitanos españoles que te leían la buena fortuna o interpretaban canciones con su organillo fueron sustituidos por los gitanos rumanos.
Nos creíamos que éramos "alguien". Pensábamos que por fin habíamos llegado a ser élite. Pero la crisis tumbó nuestra alucinación de un zarpazo. "Habéis vivido por encima de vuestros posiblidades", nos recriminaron. En cuanto las cosas se empezaron a poner feas, en Europa nos pararon en seco. ¿Dónde creeis que vais, españolitos? Habéis vivido una ilusión de progreso. Una alucinación colectiva de la que tenéis que despertar ya. Aún así, nos salió el talante chulesco, la negación de vivir en un sueño. "Nosotros no somos Grecia" "No es lo mismo Irlanda que españa" "Portugal es otra cosa"... ¿Acaso somos más Alemania, Francia o Reino Unido? Sinceramente, hemos de reconocer que Europa nos ha devuelto a las cocinas. Y es que nunca hemos dejado de ser considerados su servicio doméstico. Como en la serie "Arriba, abajo", nos han permitido pasear por sus salones, disfrutar de sus comodidades, pero ¿qué es eso de probarse los vestidos de la señora y sentarse a su mesa?
Más nos vale a la Europa del Sur apoyarnos y solidarizarnos unos con otros. Los señoritos no nos van a ayudar. Y aunque unos se crean más por ser mayordomos mientras otros están limpiando retretes, al final, todos estamos en la misma condición: remando en galeras.

Y es que nadie es perfecto.

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