lunes, 26 de enero de 2015

SE ACABÓ EL AUSTERICIDIO

Grecia no es España. Syriza no será Podemos. Samarás no tendrá nada que ver con Rajoy. El Pasok no coincidirá con el PSOE. Y afortunadamente no se vislumbra en nuestro país ningún Amanecer Dorado. Pero lo que está claro es que tanto aquí como allá, los ciudadanos han estado soportando, en una especie de coma inducido, una tasa de paro rondando el 25%, desahucios, recortes en sanidad, educación y prestaciones sociales, aumentando sus índices de pobreza, despidiendo a sus jóvenes hacia el exilio, destruyendo su clase media...Hasta que la ciudadanía ha encontrado eco en una voz que ha dicho : basta. Se acabó el austericidio impuesto por la Europa rica del norte. Nunca más al sádico despojo de nuestro estado del bienestar. Adiós a la chulería del señorito que nos deja en la calle.
Ahora vais a tener que contar con nosotros.
Mientras tanto, aparecerán agoreros que verán rojos con cuernos y rabo arrasando el continente con un nuevo bolchevismo.
Predicadores de derecha que tratarán de frenar el avance del pueblo concienciado y unido con soflamas rancias de apocalipsis.
Capitalistas, empresarios, banqueros  y todopoderosos que amenazarán con cortar el agua y dar sal al sediento si no se arrodillan ante su Dios y su sistema.
Rencorosos de derecha y de izquierda que ante su pasividad , su permisividad y su inoperancia durante la crisis, no querrán cederle el protagonismo a aquellos que han tenido la valentía de jugarse el gaznate para hacer justicia y salir de una situación humillante donde los que nos arrojaron a los abismos encima se permitían culparnos por vivir "por encima de nuestras posibilidades". Y aprovecharán cualquier desliz, para transformarlo en zancadilla. Antes hundirnos todos que reconocer que alguien estuvo allí donde ellos  deberían haber estado y no estuvieron. No quisieron estar. O esperaron a comprobar  hacia dónde íbamos para sacar una tajada partidista.
Los señores de negro europeos no van a desaparecer de un plumazo. Tampoco Syriza va a realizar el milagro de la multiplicación de los peces.
Pero ya no estamos de rodillas. Y no vamos a permitir más que hagan negocio de nuestros desvelos.
Ellos han bajado un escalón. Y nosotros hemos subido varios peldaños.
Y así, de iguales a iguales, es como vamos a negociar desde ahora.
La Europa del Sur : la pobretona, la vaga, la obrera, ha hecho eso que nunca , según el refrán , se debía hacer: moder la mano del que te da de comer. Pero es que de esa mano ya solo caían migajas envenenadas. Y un mordisco a tiempo, asusta.
Cuando hay presentes que angustian más que un futuro incierto, no hay nada que perder.
Cuando la injusticia es el pan de cada día, uno se acostumbra a ella o se rebela.
La austeridad impuesta por la troika se ha vuelto contra ellos, porque el miedo nos empequeñece pero solo hasta un punto que somos tan insignificantes que solo nos queda crecer.
Y hemos crecido. En ilusiones y proyectos. En confianza y deseos de cambiar. En hartura por una situación que nos han vendido como irreversible. Y ahora, no hay quien nos pare....
Porque nada es perfecto, pero todo es perfectible.



martes, 20 de enero de 2015

SER NIÑO...¡VAYA CRUZ!

Estas impactantes fotografías pertenecen a la serie "Los intocables" que el artista cubano Erik Ravelo dio a conocer en 2013 y que en los últimos días han regresado a las redes sociales.
Las imágenes presentan niños crucificados en los cuerpo de unos adultos que cargan sobre sus espaldas la culpa de muchos crímenes en los que los menores son víctimas indefensas: la pederastia de los sacerdotes, el turismo sexual, la guerra, el tráfico de órganos, la libre venta de armas y la obesidad infantil como efecto de la comida basura. Yo, añadiría algunas más. Como por ejemplo la de una modelo de alta costura con una niña crucificada, como símbolo de los cánones e imposiciones  estéticas de los medios de comunicación. A un talibán con una niña cubierta con un burka negro, como reflejo extremo del machismo y la desigualdad de nuestra sociedad. A un banquero con un niño desnudo representando el desahucio que los deja sin nada. A un empresario farmacéutico con un niño muerto por el precio elevado de los medicamentos que les impide acceder a ellos.
 “Te voy a crucificar yo a ti”, asegura uno de los mensajes amenazantes que usuarios anónimos, cómo no, dando muestras de una gran valentía, han dirigido al artista cubano, vía Facebook, como respuesta a su campaña fotográfica.
“Yo empecé esta campaña social pensando en los derechos de los niños. En esos chicos que deberían ser intocables pero, irónicamente, la serie muestra a esos intocables que proporcionan todo ese dolor y que uno no puede llevar ante la justicia porque están protegidos desde los más altos niveles”, dice Erik Ravelo en entrevista para Animal Político vía skype.  "Lo que me parece extraño es que la gente se sienta incómoda por publicar estas fotos y no se sienta incómoda cuando un niño llega violado. La gente no se indigna por las causas o las razones por las que yo hice estas fotos, simplemente se indigna conmigo por las fotos. Me han amenazado de muerte por mi campaña. Pero yo creo en lo que hago, así que tampoco me asustan demasiado”, añade. “Mi intención con todo esto –confiesa Ravelo– es sensibilizar a las personas sobre el estado de la infancia en todo el mundo. He preferido que la campaña se quede como arte y que funcione como campaña social más que como campaña publicitaria. Y es que cuando supe que no hay ni siquiera un número exacto de los niños que han muerto en Siria me sentí un poco con el deber, como creador, de dar un mensaje fuerte. Y bueno, ésta es mi arma para defender a los chicos. Y sí, definitivamente es un arma afilada”.
Su obra , tan polémica, como lo han sido otros trabajos suyos realizados para Benetton, es una manera muy gráfica de poner de manifiesto una realidad incómoda y que se intenta ocultar. Y lo hace con un estilo muy limpio, directo y crudo, que no se pierde en detalles superfluos ni escabrosos, invitando a la reflexión una vez superado el primer impacto. Queda un regusto de amargura al comprobar nuestra impotencia como adultos para proteger a nuestros niños. Nuestra responsabilidad irresponsable. Y aunque es cierto que se nos va de las manos y muchos de los asuntos tratados no podemos resolverlos a nivel individual o ciudadano, quizá nos haga meditar sobre muchas crucifixiones domésticas a las que sometemos a nuestros hijos, cargándoles de tareas extraescolares que no les importan pero nos facilitan la vida por problemas de horario o de trabajo. O crucifixiones que les atan al televisor por nuestra ausencia o buscando nuestros momentos de relajación. Les crucificamos al consumo, como muy bien sacó tajada Ikea en su campaña publicitaria, cuando ellos lo que desean es jugar con nosotros. Les crucificamos a nuestros miedos y frustraciones. A nuestras expectativas. Y tantas otras pequeñas crucifixiones diarias...
Ya sé que nadie es perfecto. Pero no paguemos nuestras imperfecciones con víctimas inocentes.

miércoles, 14 de enero de 2015

CUANDO LA ARRUGA NO ES BELLA

Cada día aparecen en los medios nuevos rostros de famosas descerrajados por los bisturís, embotados por el botox a propulsión o con desdibujadas facciones como réplicas de un molde terrorífico.
¿No tienen estas mujeres un hijo, una amiga, una madre, un marido o un amante que evite que comentan semejante monstruosidad? ¿ Se verán mejoradas así como las anoréxicas se ven gordas aunque su cuerpo sea ya un amasijo de huesos?
No llego a entender el fin de hacer desaparecer unas cuantas arrugas o marcas de expresión a cambio de una piel tan tersa que parece va a reventar en brillos e inexpresividad. ¿Que se quitan? ¿Un puñadito de años para obtener un rostro alterado, sin gestos, yo diría que hasta triste, como replicantes de la peor pesadilla de una novela de ciencia ficción?
Nicole Kidman, Jessica Lange, Reneé Zellweger y ahora...Catherine Zeta Jones.
Me causa lástima , indignación a la par que un sentimiento de piedad, que unas mujeres decidan acabar consigo mismas, no se si por convicción o por presión mediática, y me imagino su sufrimiento interno, su desesperación ante el espejo, el proceso de comedura de coco, hasta que toman la decisón final. Y luego, el encuentro con un rostro que no les pertenece, con unos rasgos que modifican su voluntad, porque con ellos, ya no pueden expresar sorpresa, ni felicidad, tampoco malestar, solo una inmovilidad y una careta de células agarrotadas. ¿Se sentirán a gusto? ¿Llorarán ante las bromas que las redes sociales se encargarán de difundir sobre su nueva imagen, crueles y amargas? ¿Pensarán recuperar papeles de jóvenes y sexies mujeres cuando la cámara no puede aguantar un primer plano de sus caras?
¿Por qué los hombres pueden mutar a calvos o canosos y continuar siendo atractivos? ¿Es una convención social la que nos hace valorar distintamente la madurez de hombres y mujeres?
Me da igual que Hollywood no ofrezca interpretaciones para las mujeres cuarentonas, ni que en la televisión, salvo casos contados, todo sean largas melenas y lozanos looks de veinteañeras. Nosotras tenemos que luchar para que no sea así. Nadie lo hará en nuestro lugar. Y no lo digo ya por aquellas que viven de su imagen, de la que con estas operaciones tengo claro no volverán a vivir. Tenemos que valorarnos así como somos y estamos. Encontrar la belleza en nuestras arrugas, que existe, o yo al menos la veo, mucho más que en estas pieles de cartón. Estar orgullosas de cada surco que nos recorre porque habla de experiencia, de frustraciones, de sorpresas, de hijos, de amarguras...Que nos ha costado conseguir y sacar adelante. ¿Por qué disfrazarnos de juventud superficial? La ilusión, los sueños, el optimismo y la fuerza que llevamos dentro es la que nos hace jóvenes. Las ganas de seguir aprendiendo, de experimentar cosas nuevas, de viajar, de crear...Este es el elixir de la juventud.
De nada sirve remozarse por fuera, si por dentro nos estamos pudriendo de aburrimiento y desidia. Eso, al final, acaba aflorando en el rostro. Y es por eso, que estas mujeres yo creo que lo que se quieren operar es el alma, pero no pueden.
Me daría mucha pereza volver a mis veinte. Tendría menos kilos, menos canas, una melena más brillante y unos ojos sin patas de gallo. Pero de verdad, me quedo con todo lo que he vivido. Y con lo que esa vida ha forjado en mi rostro y en mi cuerpo. Las arruguitas de los ojos por tantas risas compartidas y lágrimas derramadas. Los pechos caídos por haber amamantado a mi hija. La tripita por haber disfrutado del placer de la comida. Los labios menos carnosos por tantos besos dados. Y no digo yo que haya que descuidarse. Pero no perder el norte y quedarse siempre en lo superfluo. Preocuparse tanto por el envoltorio y olvidarse de hacer cirugía en el interior. Extirpar lo que nos hace infelices y tratar de alimentar nuestra alma y enriquecer nuestro espíritu.
Porque nadie es perfecto. Y ni siquiera la cirugía, ni los milagros estéticos podrán logralo.