martes, 20 de enero de 2015

SER NIÑO...¡VAYA CRUZ!

Estas impactantes fotografías pertenecen a la serie "Los intocables" que el artista cubano Erik Ravelo dio a conocer en 2013 y que en los últimos días han regresado a las redes sociales.
Las imágenes presentan niños crucificados en los cuerpo de unos adultos que cargan sobre sus espaldas la culpa de muchos crímenes en los que los menores son víctimas indefensas: la pederastia de los sacerdotes, el turismo sexual, la guerra, el tráfico de órganos, la libre venta de armas y la obesidad infantil como efecto de la comida basura. Yo, añadiría algunas más. Como por ejemplo la de una modelo de alta costura con una niña crucificada, como símbolo de los cánones e imposiciones  estéticas de los medios de comunicación. A un talibán con una niña cubierta con un burka negro, como reflejo extremo del machismo y la desigualdad de nuestra sociedad. A un banquero con un niño desnudo representando el desahucio que los deja sin nada. A un empresario farmacéutico con un niño muerto por el precio elevado de los medicamentos que les impide acceder a ellos.
 “Te voy a crucificar yo a ti”, asegura uno de los mensajes amenazantes que usuarios anónimos, cómo no, dando muestras de una gran valentía, han dirigido al artista cubano, vía Facebook, como respuesta a su campaña fotográfica.
“Yo empecé esta campaña social pensando en los derechos de los niños. En esos chicos que deberían ser intocables pero, irónicamente, la serie muestra a esos intocables que proporcionan todo ese dolor y que uno no puede llevar ante la justicia porque están protegidos desde los más altos niveles”, dice Erik Ravelo en entrevista para Animal Político vía skype.  "Lo que me parece extraño es que la gente se sienta incómoda por publicar estas fotos y no se sienta incómoda cuando un niño llega violado. La gente no se indigna por las causas o las razones por las que yo hice estas fotos, simplemente se indigna conmigo por las fotos. Me han amenazado de muerte por mi campaña. Pero yo creo en lo que hago, así que tampoco me asustan demasiado”, añade. “Mi intención con todo esto –confiesa Ravelo– es sensibilizar a las personas sobre el estado de la infancia en todo el mundo. He preferido que la campaña se quede como arte y que funcione como campaña social más que como campaña publicitaria. Y es que cuando supe que no hay ni siquiera un número exacto de los niños que han muerto en Siria me sentí un poco con el deber, como creador, de dar un mensaje fuerte. Y bueno, ésta es mi arma para defender a los chicos. Y sí, definitivamente es un arma afilada”.
Su obra , tan polémica, como lo han sido otros trabajos suyos realizados para Benetton, es una manera muy gráfica de poner de manifiesto una realidad incómoda y que se intenta ocultar. Y lo hace con un estilo muy limpio, directo y crudo, que no se pierde en detalles superfluos ni escabrosos, invitando a la reflexión una vez superado el primer impacto. Queda un regusto de amargura al comprobar nuestra impotencia como adultos para proteger a nuestros niños. Nuestra responsabilidad irresponsable. Y aunque es cierto que se nos va de las manos y muchos de los asuntos tratados no podemos resolverlos a nivel individual o ciudadano, quizá nos haga meditar sobre muchas crucifixiones domésticas a las que sometemos a nuestros hijos, cargándoles de tareas extraescolares que no les importan pero nos facilitan la vida por problemas de horario o de trabajo. O crucifixiones que les atan al televisor por nuestra ausencia o buscando nuestros momentos de relajación. Les crucificamos al consumo, como muy bien sacó tajada Ikea en su campaña publicitaria, cuando ellos lo que desean es jugar con nosotros. Les crucificamos a nuestros miedos y frustraciones. A nuestras expectativas. Y tantas otras pequeñas crucifixiones diarias...
Ya sé que nadie es perfecto. Pero no paguemos nuestras imperfecciones con víctimas inocentes.

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