Si eres mujer, feminista , de izquierdas o con apariencia de serlo, prepárate a quedarte en pelota picada si visitas el Congreso de los Diputados. Así que, como aconsejaba siempre mi madre, nunca lleves ropa interior rota ni vieja, porque nunca se sabe cuando te vas a ver obligada a desnudarte. Y si no pregúntale a Mar Esquembre, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante y reconocida feminista, a quien los servicios de seguridad del Congreso obligaron a un desnudo integral para poder acceder a la tribuna del Hemiciclo, con intención de asistir a una de las sesiones para la que tenía acreditación.
Tras introducirla en un cuartito, se procedió a su cacheo y además, según palabras de Mar “sólo ataviada con el sujetador de cintura para arriba, me
pidieron que me sacase los pantalones. Les advertí que llevaba el tanga
más feo del mundo, pero ni por esas. Me bajé los pantalones hasta los
tobillos y, aunque no lo exterioricé, me sentí profundamente humillada"
Una vez comprobado que no llevaba escrita en el pecho, ni en nigún lugar oculto de su piel, una consigna o eslógan que dejar al descubierto en mitad de la sesión, fue acompañada a la tribuna por una de las policías quien , sorpresivamente, se sentó a su lado en modo vigilancia y no la dejó ni a sol ni a sombra durante todo el tiempo que duró su visita.
“Hacía una semana exactamente -recuerda Esquembre- que desde ese mismo
lugar las activistas de Femen habían reivindicado el derecho al aborto
con sus torsos pintados. No puedo evitar sospechar que fui investigada
previamente. Las mujeres que defendemos pacíficamente nuestros
derechos somos, por lo visto, peligrosas. Y creo por ello fui tratada
como una delincuente aun sin haber cometido delito alguno”.
Al día siguiente, las alcaldesas Ana Botella y Rita Barberá, estuvieron presentes en la misma tribuna, pero no se tiene conocimiento de que fueran sometidas a semejante cacheo. Quizá, la ropa de Gucci, el chute de laca en los rulos, y el collar de perlas con dos vueltas, previene de tocamientos indeseados.
La víctima de esta actuación ha anunciado la
interposición de una denuncia contra el presidente del Congreso, Jesús
Posada, al considerar que pudo haberse cometido un delito contra ella
“por pisotear mis derechos fundamentales (en lo que respecta) a mi
integridad moral y a la intimidad”.
Y es que quizá se ha vuelto a confundir el significado de derechos y deberes. Como si la libertad individual de mostrar el propio cuerpo, se tradujera en la obligación a tener que enseñarlo al primero que nos lo requiera. Y sobre todo no es ahí, en el Congreso de los Diputados, la casa de todos, el lugar donde reside la democracia, el sitio más indicado para pisotear nuestros derechos como personas y como mujeres.
Por mucho que sepa que nadie es perfecto.
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