jueves, 5 de marzo de 2015

MUJERES DE 50: HABLA CON ELLAS

"No hay papeles para las mujeres de 50 años", se quejan las actrices de Hollywood. Pues, si eso pasa en el mundo de la ficción, imagínate en el mundo real, respondo yo. Todos las ignoran. Sucede, como ocurre con los expresidentes, que nadie sabe donde colacarlas. Demasiado maduras para simbolizar "la vida es chula " de Desigual, porque por experiencia saben que la vida es muy chula, pero también muy puñetera, y demasiado jóvenes para los anuncios de aparatos de sordera de Gaes, la fijación de dentaduras con Algasiv o las compresas para las pérdidas de orina, el Danacol para prevenir el colesterol y los viajes del imserso. Hasta el mundo de las pasarelas les ha hecho la pinza, entre las esqueléticas osamentas juveniles y el glamuroso  encanto de maniquís octogenarias con melenas de plata, tan superfashion en las últimas temporadas.. Basta con mirar las revistas o hacer zapping en televisión para atestiguar que, salvo contadas estrellas mediáticas, las "cincuentañeras" no tienen ningún tipo de representación. A no ser que una desafortunada operación de cirujía estética las convierta en protagonistas o "trending topic".
¿Cómo es posible que los mercados las olviden cuando los estudios y encuestas las convierten en un público objetivo muy goloso? No en vano, son ávidas lectoras. Y aquí hubo un intento claro de sacar tajada con las famosas "Sombras de Grey", que calificaron como "Porno para maduritas", pero ¿qué tiene de porno? ¿Y qué tiene de madurez? Ya , en su momento, el escritor, diplomático y, sobre todo "Bon vivant", Fernando Swartz, intentó metérselas en el bolsillo con su obra "Cambio dos de 25 por una de 50". Claro, que la propuesta era tan descarada, a la par que irreal, que yo creo que hasta provocó la indignación. Sí, como esos anuncios de detergente que en base a la política de igualdad ponen a los hombres enredados en lavadoras y preocupados por las manchas tozudas y uno dice: Y eso, ¿en qué planeta es? ¿Cuántos hombres han cambiado a su mujeres de 25, si tienen la suerte de tener dos, por una de 50? Más bien, sucede los contrario. Esperan tener criados a los niños para salir del armario y confesar las diferencias irreconciliables que han quebrado la relación. Aunque, en muchas ocasiones, esa diferencia irreconciliable se llama Vanessa y tiene 25 años.
Y ¿quiénes son esas mujeres de 50 años? Pues hay de todo, como entre el grupo de las jóvenes. No se corresponden con un único modelo o cliché. Eso sí, lo que han perdido es la impecable tersura de la piel, amasan quizá algún michelín y más de una estría, y peinan canas, quizá enmascaradas por el tinte. Algo que, al parecer, las convierte en las leprosas de nuestra era. Sin duda, son más difíciles de camelar. Han aprendido a elegir, tener su propia opinión y no dejarse llevar por las modas efímeras. Son más seguras de sí mismas. Han conocido la envidia, el fracaso, la pasión, la solidaridad y el odio. Han sabido sacrificarse por amor. Y arrepentirse muchas veces de haberlo hecho. Les contaron la peli de la Superwoman y se lanzaron sin red a interpretarla: trabajaron, tuvieron hijos, se ocuparon del hogar, y hasta fueron amantes después de una jornada agotadora. Muchas se rindieron en el intento. Otras lo superaron como muchas cicatrices. Algunas fueron exitosas en todas sus tareas. Pero la mayoría se tuvieron que olvidar de ellas mismas, de sus sueños y aficiones, para salir vivas del intento. Y si ellas fueron las primeras que se olvidaron, ¿cómo no iban a hacerlo los demás?
Y así están. Bastantes de ellas estirándose la vida a flor de piel ,de manera que pueden hacerse un moñete con la sobrante, para tener la ilusión de aparentar una edad donde la felicidad es promesa permanente.Hay un grupo que vive bajo el yugo de la depresión, sobreviviendo gracias a los ansiolíticos y antidepresivos, rendidas ante su destino gris. Otras, reinventándose a sí mismas, recuperando los asuntos que se les quedaron pendientes o buscando nuevos proyectos donde seguir creciendo y desarrollándose. Solas. Pero libres de tiranías. Olvidadas. Pero independientes.  Y luego, siempre esa frase tan socorrida, "Está menopáusica", cuando protestan. Si echan las canas al aire. Cuando lloran. Si se carcajean.  Criticadas tantas veces, porque esa posición ambigua, esa falta de respuesta a sus necesidades, las lleva a disfrazarse de adolescentes o abuelas. Y no solo con ropa. Si se echan un novio joven, porque se lo echan. Si no se toman el Actimel y se lanzan a patear las calles, porque están acabadas. En tierra de nadie. Porque nadie sabe qué tierra pisan. Ni nadie se preocupa por saber qué tierra quieren pisar.
Políticos, mass media, intelectuales, hijos, amantes, empresarios, esposos...No sabéis lo que os estáis perdiendo: HABLAD CON ELLAS.

Y ya sé que nada ni nadie es perfecto. Pero sí perfectible.

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