Se me cae la cara de vergüenza de pertenencer a un país que eleva muros de cuchillas para evitar la entrada de emigrantes. Al parecer, se denomina concertinas, digo yo que será porque se vislumbra como un concierto de sangre, heridas y dolor, interpretado con la partitura de la insolidaridad y bajo la batuta de gobernantes xenófobos y deshumanizados.
Instaladas por primera vez en 2005 para frenar la entrada masiva de subsaharianos, no fueron retiradas hasta 2007, cuando el entonces Ministro de Interior , alertado por la peligrosidad y la ineficacia del sistema, se decidió a acabar con semejante tortura.
Fue hace unos meses, cuando el gobierno retomó la idea de volver a elevar esa verja hiriente fïsicamente para los que intentan traspasarla, y moralmente para los que nos encontramos al otro lado. Y hoy, tras el informe socilicitado por el Presidente Rajoy, quien ayer mismo decía desconocer la gravedad del tema (debe ser que vive en una burbuja sin ver telediarios, ni leer prensa, ni siquiera comentar con los amigos) se ha sabido que el Ministerio del Interior no ve razones para retirar las concertinas de la valla fronteriza de Melilla, es más, que piensa colocar otras.
Desde todos los ámbitos sociales se han escuchado voces en contra. Cayo Lara se refería a ellas como "Las cuchillas no quitan el hambre. Hacen más heridas." Y Alfredo Pérez Rubalcaba señalaba: "Las cuchillas cortan, si alguien se queda enganchado ahí puede incluso morir."Es un sistema inhumano". También el nuevo portavoz de la Conferencia Episcopal, Tamayo, ha comentado "No se puede atentar contra unas personas que buscan mejores condiciones de vida", quien ha agregado que los inmigrantes "aportan a la construcción social de un país". También han opinado al respecto los guardias civiles que viven la tragedia en primera línea, que se quejan de la falta de recursos para contener esta avalancha humana y quienes, en su mayoría, consideran las cuchillas ineficaces como medida disuasoria y potencialmente dañinas para generar un drama humano diario.
El hambre, las guerras, la pobreza...Y todos los motivos que han lanzado a tantas gentes a la búsqueda de una vida digna y un futuro mejor,chocan con nuestro muro de vileza. Y no, no va detenerles. Prueba de ello son los restos de ropa, los zapatos y la sangre, enredados en las vallas.
Nuestros dirigentes, que previamente ya habían elevado "concertinas legislativas" para evitar el acceso de nuestros ciudadanos menos afortunados a la educación, la sanidad o las prestaciones sociales, ahora dan un paso más acuchillando a los emigrantes. ¿Y si nos pusieran una concertina a los españoles que salen en masa a buscar a trabajo a Europa en la frontera con Francia? ¿Y para cuándo concertinas alrededor de los bancos suizos y los paraísos fiscales en un intento de evitar que banqueros, políticos y empresarios se lleven nuestro dinero? No, para ellos, no hay límites, sino puertas abiertas a la especulación, al tráfico de dinero negro, al robo organizado...
Y sí, ya sé que nadie es perfecto, pero a algunos sus defectos los convierten en perfectos asesinos.
Allá cada cual con su conciencia.
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