miércoles, 13 de noviembre de 2013

BASURA ERES Y EN BASURA TE CONVERTIRÁS

Como la amenza bíblica, los españoles nos hemos despertado de un largo sueño de bienestar, rodeados de basura. Y no lo digo yo, sino las toneladas de porquería que inunda Madrid por la incompetencia de una alcaldesa llegada por carambola, y los contratos de mierda que realizó con empresas que pretenden ejercitar la esclavitud sobre sus trabajadores. Y nos lo dicen desde Europa, dirigido a un ministro que no cesa de ser portada en todos los medios de comunicación por sus mentiras y juego sucio, pero que, al fin y al cabo, no deja de ser un representante del pueblo español.
Pero además:
La basura de nuestra jeraquía eclesiástica, que sólo se manifiesta en contra del sexo, el aborto y la homosexualidad, olvidándose de tanto sufrimiento que origina la crisis y que cuando  presiente que sus privilegios pueden ser recortados, amenaza con dejar a la deriva instituciones como Cáritas. Ni rastro de solidaridad en participar para contribuir a solucionar la situación, pagando el IBI de sus numerosos inmuebles de los que está injustamente exenta, ni ninguna otra maniobra de aproximación a sus feligreses.

La basura de nuestros banqueros, que han robado el dinero de sus clientes, justificándose en la letra pequeña de sus contratos y que son la causa de la asfixia económica y existencial de miles de ciudadanos y pequeñas empresas a quienes lejos de apoyar, le arrebatan sus locales y hogares para que vivan el sueño de los muertos.


La basura de nuestros gobernantes, que han desbaratado la educación, la sanidad, la cultura, las prestaciones sociales, el futuro de miles de jóvenes obligados a emigrar, condenando al paro a miles de hombres y mujeres, facilitando su despido con la nueva Ley Laboral, y convirtiendo a los que quedan trabajando en unos explotados sin derechos ni capacidad de protesta, obligados al servilismo.


La basura de la oposición, que lejos de plantear soluciones alternativas y tener ideas progresistas, pasan sus días en los despachos conspirando para medrar en sus puestos de poder, comiéndose el coco con sus miserias de partido.


La basura de los dirigentes empresariales, que han colocado en sus puestos directivos a lo peorcito de la empresarialidad, como premio a sus maniobras oscuras, su pago en dinero negro y actitudes que rayan en el maltrato y la esclavitud consentida hacia sus empleados.

La basura de algunos dirigentes sindicales, que en lugar de luchar por los intereses de sus trabajadores han estado más atentos a sacar tajada de su privilegiada situación.


La basura de nuestra Monarquía, que sintiéndose intocable e impregnada por la divinidad, ha vivido a expensas de la ciudadanía, montando empresas bajo el signo del "buenismo" aprovechándose de sus contactos y su posición Real, en una avaricia desmedida e injustificada para quien ya disfruta del concepto del lujo por derecho y con inviolabilidad.

La basura de algunos nacionalistas que intentan sacar rédito de unos tiempos convulsos, barriendo para casa y echando la porquería fuera, sin asumir, su porción de suciedad.


La basura de Europa, que a la primera de cambio, nos ha puesto en nuestro lugar, es decir, a su servicio y a su orden, como si ellos fueran los señoritos y nosotros, sus criados tradicionales, y no tuviéramos nada que decidir y todo que aceptar.

La basura de nuestra propia alucinación, que siendo siempre los pobretones nos vimos convertidos un día en nuevos ricos, y nos lanzamos al consumismo, a la insolidaridad, al derroche .Olvidamos los valores y pretendimos convertir el cuento de la lechera en una realidad, sin las bases, la preparación y la perspectiva necesaria para llevarlo a feliz término.

Y así estamos. Rodeados de basura. Ya no se por dónde hay que empezar a limpiar. Quizá por nuestra conciencia.
Porque nadie es perfecto.

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