miércoles, 18 de septiembre de 2013

CARRUAJES Y CARTONAJES

Estamos tan acostumbrados a que convivan en nuestra vida diaria, que ya no nos sorprende su violento contraste: carruajes reales y reales cartonajes. Es por eso que, con motivo de la visita de los Reyes de Holanda a nuestro país, me imagino los preparativos y la conversación previa entre la Reina Sofía y nuestra alcaldesa Ana Botella:
-Ana, bonita, que me vienen los de Holanda de paseo y me tienes la capital hecha un asco, como un campo de refugiados. Y todas las losetas levantadas, que ya te dije, que un día el Rey se va  a pegar un guarrazo soberano y se va a quedar chato de por vida. Además, a la Maxi se le van a enganchar los estiletos en la rendijas, y como no utilice la pamela de paracaídas, se va a dejar los sonrientes piños al bajar de la carroza.
-Si ya lo sé, "Jer Mallesti", pero es que con tanto mendigo y "jomles" por las esquinas, ni puedo pasar la lejía ni echarle un pegote de cemento a las aceras. Ya lo dije hace tiempo, y todos se metieron conmigo.
-Pues Mary, ponme aunque sea unos tulipanes para tapar agujeros que quedan de lo más lucido...Eso, mientras hacen la visita al Congreso...Ya tenemos allí los chubasqueros preparados, por si reaparecen las goteras...
-Tranqui, "Jer Mallesti", que a los "jomles" que me estorben los convido a un café con leche en la Plaza Mayor para quitarlos del medio e invito a las de "El Rastrillo" para que me ayuden a servir, que queda así como muy caritativo...

Todo esto viene a cuento, de princesas eso sí, por la visita que estos días tiene lugar de los Reyes de Holanda  a Madrid.
Un viaje que viene precedido por el discurso pronunciado en un acto oficial por el rey Guillermo de Holanda quien, sin ruborizarse, proclamó "el fin del estado del bienestar", minutos después de bajarse de su carroza dorada con todo el boato de pajes, ropajes y montajes de una ceremonia medieval. ¿Fin del estado del Bienestar para quién, su Alteza Real?¿Para las monarquías o para sus vasallos?, que es lo que parecemos todos...O al menos, antes de soltar por su boquita real semejante perla, haber tenido la delicadeza de acudir a la ceremonia en un discreto coche, no digo ya en metro, para predicar con el ejemplo.
 Y yo me pregunto: ¿para qué sirve una monarquía en el siglo XXI además de proveer de material gráfico a las revistas del corazón con sus bodas, bautizos y comuniones en las largas sesiones de tinte en la peluquería? "Como representación de los Estados. ¡Cuántos contratos, adjudicaciones y relaciones económicas se establecen por la mediación de las Monarquías", aseguran algunos, cuando la realidad nos demuestra día a día que la representación que mejor funciona va "vía sobre".
"Total, que más da mantener a un Presidente que a una Familia Real", comentan otros. Pues que al Presidente lo votamos entre todos en esto que se ha llamado democracia, y cuando nos cansamos de él, también lo botamos entre todos. Y a la Monarquía, sólo nos la quitamos de encima en el Museo de Cera.
Claro que, hay Realezas muy rentables para la economía del país, como la británica, con una habilidad especial para convertir en souvenir y motivo de peregrinación todos y cada uno de los hechos que le acontecen.
Sin embargo, los vasallos, lejos de enojarse con el dispendio, las cuentas de los diseñadores, las vacaciones veraniegas en paraísos tropicales y las invernales en las estaciones de esquí, por citar algo, prefieren deletitarse con las fotos de las purpurinas de sus carrozas y de las pamelas del !Hola!, a la par que arremeten contra la casta de "los intocables" que invaden nuestras ciudades:
"Si es que sacan más dinero, tirados en el suelo pidiendo que descargando cajas en Mercamadrid", dicen unos. "Y yo, aquí, doce horas al día por el sueldo mínimo mientras "ése" sin pegar un palo al agua en la puerta, vive como un Rey", protesta una dependienta del supermercado donde yo compro, refiriéndose a Vicent, un dulce nigerariano que cada mañana y hasta al anochecer monta guardia con "la Farola" para sacarse uno euros. "Y mírale, vestido siempre como un príncipe, y dice Jessica, que un día le vió de traje paseando por la Puerta del Sol" Y sólo le faltó añadir: "Y saliendo de una carroza del brazo de una top model" Y es que todo se ha trastocado, tanto que hay quienes sólo ven mendigos que viven como príncipes y se olvidan de los reyes que viven como dios. Pero al fin y al cabo, tú decides comprarle o no  "la Farola" al mendigo, pero la pamela a la reina, se la pagas quieras o no. Ambos nos mendigan. Unos debajo de sus cartonajes, y otros con su realeza de cartón.
Pero es que nadie es perfecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario