lunes, 16 de septiembre de 2013

LA RESERVA ESPIRITUAL DEL 45

Escribo bajo los efectos de la resaca de utopías y esperanza nostálgica que me dejó en este cada vez más débil cerebro y fuerte corazón, la última película de Ken Loach "El Espíritu del 45". Para los que no estéis muy familizarizados con este singular director británico, sólo decir que es uno de esos que aún conservan la sangre roja (y no de horchata, como otros) y el corazón a la izquierda (no transplantado, como algunos más)
Un abanderado de la clase trabajadora que desde una perspectiva social, política e incluso humorística, ha legado interesantes propuestas al cine social europeo. No todas con igual fortuna, pero todas ellas impactantes, y entre las que me han tocado directamente el alma "Lloviendo piedras" (1993) de total actualidad por el tema que trata. Y es que si algo tienen las obras de este autor es que pasan directamente a convertirse en universales e intemporales.
La que hoy me ocupa es de género documental y en blanco y negro, con un marcado acento político lo que no la convierte en una pieza fácil, pero no por ello debe ser recibida con reservas. Todo su mundo vuelve a estar ahí, sus apasionados y tan personales conceptos de entender la sociedad, las clases desfavorecidas, los partidos políticos y la vida en general.
 Lo que podría caer en el tópico del Abuelo Cebolleta narrándonos sus avatares de posguerra, sirve aquí para dejarnos estupefactos sobre el paralelismo entre la situación que se vivió en Gran Bretaña tras finalizar la guerra y la llegada del partido laborista al poder con la irrumpción del gobierno conservador de la mano de la Thatcher, y la transición española, seguida de los gobiernos socialistas y alternancia con los conservadores, hasta la bofetada de la crisis cuyo relevo ha recogido el Gobierno de Rajoy.
El documental muestra todos los logros sociales del partido laborista y ese espíritu de colaboración, de lucha común, de ideales, que resurgieron al final de la segunda contienda mundial, y cómo la llegada al poder de Margaret Thatcher desmanteló uno a uno de estos logros, con su política de privatizaciones (sanidad, transportes...) ¿Os suena? Pero no se queda ahí. Aquellos participantes en el milagro de la reconstrucción no sólo del país, sino de la conciencia social, ahora, ya viejas glorias, no se resignan a contar sus batallitas, sino que invitan a los jóvenes de hoy a formar un frente común para recuperar esos valores y ponerlos en práctica  ante la crisis actual, que no es sólo económica, sino ideológica y clasista.
¿Una propuesta nostálgica e ingenua?¿Estamos ante un mundo tan diferente que ya no resiste las tesis que hizo un día levantar un país como Gran Bretaña?¿Sigue la historia un ciclo determinado y que se repite eternamente como un bucle, donde en la catástrofes todos vamos de la mano y cuando la cosa se arregla nos soltamos para cada uno ir por nuestro lado? ¿Cualquier pensamiento socialista está derivado a culminar en el individualismo capitalista?
¿A qué tipo de capitalismo nos dirigimos?Y sobre todo, ¿qué espíritu tenemos? Mientras lo averiguemos, no estará de más adoptar este Espíritu del 45,caracterizado por un ideal de progresismo, justicia social, redistribución de la riqueza...Ya se ven en nuestro país grupos y asociaciones en marcha bajo este crisol. Mujeres en paro que montan cooperativas con el dinero de la prestación, lanzaderas de empleo para apoyarse unos a otros, plataformas para los afectados por los desahucios y las hipotecas, Ongs que proporcionan alimentos y ropa a familias en riesgo de exclusión, particulares que "adoptan"  estudiantes para que puedan continuar con su carrera, abuelos que destinan su jubilación a sacar adelante a sus hijos y a sus nietos, intercambio de libros, trueque de servicios...Y para mí, que hay algo en todas estas acciones que tiene la semilla de ese Espíritu del 45. Ya sólo falta, que el gobierno también lo adopte y lo impulse.. Claro que se me había olvidado que, tenemos a nuestros laboristas a por uvas, y a nuestros thatcheristas haciendo acopio en su bodegas.
Y es que nadie es perfecto.


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