lunes, 2 de septiembre de 2013

DE "GUIRI" POR EL MUNDO.

He vuelto. Pensaba haber solicitado asílo político en Dinamarca, pero no tuve lo que hay que tener. En el último momento me arrepentí y me agarré a La Sirenita como un gato histérico e hizo falta toda una excursión de chinos tirando de mí para conseguir zafarme de ella. Así que si algún día vais por allí y veis unos surcos paralelos que van desde su melena hasta el final de la roca, reconoceréis la huella de mis desesperación.
Y es que no se si tendré valor para enfrentarme a los 20 días de "Sueño Olímpico" (¿pesadilla?) que nos aguardan con una Ana Botella pletórica, sonriendo hasta la extenuación y dejando comentarios que serán la comidilla de las redes sociales. O el debate encendido sobre los discos duros donde expertos informáticos, políticos, periodistas y taxistas, aportarán su granito de arena a esa montaña de basura que es el caso Bárcenas. Y el conflicto gibraltareño, una polémica enquistada por un trozo de roca donde no cabría ni la minúscula Sirenita.
Y es que vengo de un país de cuento. Un lugar donde a los escritores de literatura infantil como Hans Christian Andersen, se les dedica museos públicos, calles, jardines, estatuas, pintadas y...hasta semáforos. Como aquí, que sólo te atreves a confesar que escribes para niños bajo interrogatorio para evitar la carcajada o el pensamiento ajeno de que sufres el "Síndrome de Peter Pan".

Una sociedad donde la gente deja aparcadas sus bicicletas sin candados, y no como aquí, que aunque le pongas una cadena de acero te la desvalijan por piezas. Un sitio en el que las tiendas sólo abren de 9 a 6 y nunca los domingos, lo que significa que todo el mundo respeta el derecho a conciliar la vida personal y la laboral más que lanzarse a un desaforado consumismo. Una filosofía que fomenta la natalidad, de manera que las mujeres tienen casi un año de baja de maternidad, con 6 meses obligados, y el resto de los meses no utilizados los pueden compartir con sus parejas o conservarlos durante la vida de su hijo por si un día lo necesitaran por enfermedad o lo que fuere, recibiendo además prestaciones monetarias.  Igualito que en España, que como estés en edad reproductiva casi tienes que jurar por la Virgen del Rocio, nuestra patrona laboral, que no te quedarás embarazada. Y si te quedas te juegas el puesto, con el inconveniente añadido de tener que luchar a brazo partido, tipo inauguración de rabajas en los buenos tiempos, para conseguir plaza en una guardería.
Dinamarca es un paraíso educativo donde la formación es gratuita y a partir de los 18 años recibes un salario para independizarte y estudiar, mientras nuestro Wert está esperando que saques un 5,4 para quitarte la beca.
Un espacio de tranquilidad con un bajísimo índice de robos y criminalidad, donde uno se acostumbra a no tener que llevar el bolso con siete cremalleras y agarrado por la solapa para que no te lo vacíen en el metro. Y esa excusa patriota de "pero como en España no se come en ningún sitio", también es falsa. La cocina danesa está en ascenso y su restaurante "Noma" es uno de los más valorados a nivel internacional, y siempre encuentras cafés y establecimientos con cocina de mercado, fresca y deliciosa, en esa atmósfera de diseño nórdico tan elegante y sencilla, con un toque de originalidad y creatividad  autóctono.
Y ya para terminar, una pizca de friviolidad con esos pedazos de vikingos como Nicolaj Coster-Waldau y Mads Mikkelsen que circulan por sus calles...Y vuelves y te encuentras con Rajoy y Pujalte.
¿Entendéis ahora por qué me aferré a La Sirenita?
Nadie es perfecto.

2 comentarios:

  1. Yo también me hubiera quedado pegada a la sirenita, ya podíamos copiar esas cosas buenas.
    Me ha encantado.
    Lola (de chino)

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    1. Gracias Lola!Un beso enorme y hasta muy pronto que volvamos a clase. Muacks!!!

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